La ley anti tabaco y el CAC
Me confieso un ex fumador. No voy a alardear de los paquetes que fumaba diariamente. Todos los ex fumadores empiezan por ahí, y como los pescadores, exageran hasta extremos poco creíbles.
Como buen arrepentido, soy un poco intransigente con los fumadores. Prefiero que no se fume en los sitios donde estoy ni en el transporte público.
Entiendo que en lugares cerrados con escasa ventilación se respete la prohibición y no se conculquen los derechos de los que no fumamos. No obstante, no señalo con el dedo a quien fuma, pues en el pecado está la penitencia.
Decididamente, no estoy a favor de la ley antitabaco que entrará en vigor en 2006.
¿Es que el estado tiene que decir por los ciudadanos lo que es bueno y lo que no?
Aplaudo que se prohíba a los menores, pero cumplidos los 18 años debemos ejercer nuestro derecho a decidir libremente.
¿Por qué no hacen una verdadera campaña para que nuestros jóvenes no fumen? Ahí es donde esta el foco de infección. Por ahí deben empezar. Si nuestros chavales no fuman, en pocos años acabaríamos con la plaga.
Pero, eso no interesa. Hay muchos intereses en juego, entre ellos los impuestos que recauda el propio gobierno, que con una mano nos castiga y con la otra coge el dinero.
El gobierno para prohibirlo se ampara en los efectos nocivos que el tabaco tiene sobre nuestro organismo. Esto nadie lo pone en duda.
Pero, siguiendo esta premisa, ¿por qué no se prohíben determinados alimentos elaborados con ciertas grasas que son también nefastos para la salud?
¿Por qué no nos obligan a caminar al menos media hora diaria? Si eso es muy beneficioso para nuestro organismo.
Es mucho más saludable caminar que no fumar, sin embargo no entenderíamos que nos obligaran por ley a hacerlo, atentaría contra nuestra libertad. Pues con el tabaco es lo mismo.
Imagínense al comisariado político socialista pidiendo el justificante de la media hora de paseo. Pues a algo así llegaremos. Se empieza por coartar pequeñas libertades con excusas que calan en la opinión pública y se termina obligando a leer los periódicos de Polanco.
Considero que no estamos para servir al estado, al contrario,el Estado está para servirnos y también los fumadores son ciudadanos con derechos.
Encuentro razonable que se habiliten espacios para que los fumadores den rienda suelta a su vicio sin molestar a los demás. La prohibición sin más, como pretende el solemne, es otro ataque a la libertad.
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