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sábado, junio 17, 2006

En "estepaís"

En una democracia, el respeto a todas las opciones (siempre que no estén fuera de la ley como es el caso de ETA Batasuna) es la esencia de la misma. La posibilidad de discrepar y defender distintas posturas la hacen posible.

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En “estepaís”, el partido en el poder se permite lucir un slogan que prejuzga y culpa a la oposición de encarnar lo negativo. ¿Recuerdan? “Sí al estatuto: gana Cataluña. No: gana el PP”. ¿Talante? Si, dictatorial.

En una dictadura sólo existe el pensamiento único y el que se sale de él es criminalizado y excluido.

En “estepaís”, el pensamiento único hace furor.
Dentro del partido en el poder la consigna es: el que se mueve no sale en la foto. Rosa Díez, Gotxone Mora, Redondo Terreros o el propio Bono son ejemplos claros del funcionamiento de la secta.

Fuera del partido, el que piensa diferente es acusado de lo que ellos son a manos llenas: fascistas.

Montilla sostuvo que "no hay que caer en la provocación" y "dejar al PP el ruido y la bronca". Sin embargo, el político cordobés que acabó el bachillerato a duras penas, días antes dijo que con el PP “había que tensar la cuerda”.
¿Eso quiere decir llegar a comportamientos antidemocráticos, como las agresiones a los opositores a la secta?

Cuando dijeron que Bono había sido agredido, mintieron. Ahí está la sentencia del juez que lo ratifica. Entonces, aparecieron vídeos hasta debajo de las piedras para localizar y detener, incluso ilegalmente, como sentenció el juez, a militantes populares.
¿Dónde están los vídeos de las agresiones a Rajoy, Espada o Boadella? ¿Tirarles huevos o golpearles con un casco produciendo una conmoción a un organizador, no es agresión?
Cándido dirá que no.
Si Otegi es un hombre de paz y no ve delito en que una organización terrorista se manifieste por las calles y dé ruedas de prensa impunemente, ¿cómo va a actuar ante los insultos a la oposición? Aunque, pensándolo bien, sí que podría actuar contra ellos al considerarlo una actitud vociferante. En las manifestaciones organizadas por la AVT, nos amenazó a los manifestantes si nuestra actitud era vociferante.

En la hasta ahora comunidad catalana, el que no piensa como ellos dicen es que no quiere a Cataluña y le llaman catalanófobo.
El que no piensa como ellos crispa a la sociedad. Ayer mismo, Rodríguez declaró que la "crispación" que se está viviendo en Cataluña es culpa del PP por el "autoritarismo y centralismo que representan".

En una democracia, el respeto al adversario es sagrado. En una democracia, el adversario merece consideración y nunca es enemigo.

En “estepaís” se ve ya como normal las agresiones físicas y verbales a los líderes de la oposición. Comenzaron con el 12 y 13 M entira. Entonces se asaltaron, se quemaron, se apedrearon sedes del PP. Incluso en Cataluña descargaron un camión de estiércol en la puerta de una de las sedes. Ahora, se boicotean actos de los opositores al poder establecido. No sólo Rajoy o Piqué han sido atacados e insultados, el nuevo partido político “Ciudadanos de Cataluña” está siendo también acosado y sus líderes Arcadi Espada y Boadella han sido insultados y amenazados. En este enlace verán fotos que dejan bien a las claras la “democracia” que respira la izquierda


En una democracia, el cumplimiento de la ley por parte de los poderes públicos (léase desgobierno zapateril) debe ser exquisito y escrupuloso.

En “estepaís”, que es España, el presidente de la Generalidad, Pascual Maragall, ofreció este viernes su discurso institucional en TV3 a sólo dos días del referéndum del Estatuto catalán. En el mensaje defendió el Estatuto como "un paso de gigante como país" y llamó al voto, insistiendo en que Cataluña se siente nación. (“La ciudadanía destepaís” ya ha tragado con un país de países y una nación de naciones que dicen que es buena para España. Pobre España nunca habría caído tan bajo).
La junta electoral había advertido que el llamamiento al voto y a la participación era ilegal y la generalidad debía mantenerse al margen.

En una democracia, el ciudadano acosa y exige al gobierno. En una dictadura, el gobierno acosa al ciudadano.

En una democracia hay libertad, en una dictadura miedo. Justo lo que sentían los ciudadanos vascos que abandonaron su tierra y lo que pasará en Cataluña. Por cierto, en la dictadura franquista los que vitoreaban a Franco vivían tranquilos, los opositores no. Me niego a retroceder a los años 40.