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sábado, abril 29, 2006

Terrorismo desde el columpio

Si Ibarreche se sirvió de un dibujo inocente para vendernos la moto de que ETA se convertirá en breve en una ONG, yo explicaré lo contrario sirviéndome del mecanismo que usan esos balancines infantiles que tienen un punto de apoyo central y en cada uno de los extremos se sienta un niño.
fotos.miarroba.com

Es un hecho contrastado que los terroristas son cada vez más poderosos, y se colocan día tras día en posiciones de ventaja.

Para que la sociedad esté a salvo de esta gentuza, es necesario que, quien la represente, sea un niño grande, pesado y fuerte que mantenga a raya al niño flacucho en lo alto del balancín. De esta forma, el balanceo se realiza sólo cuando el niño más corpulento quiere y el debilucho está a su merced.

La relación de fuerzas entre la sociedad y el terror viene dada porque el debilitamiento de una conlleva el fortalecimiento de la otra. Cuanto más libre y justa es la sociedad, más debilitado se encuentra el mundo del terror, y viceversa. Así, nos encontramos con que la única forma de luchar contra esta lacra es la unidad en las ideas (eso de la unidad de los demócratas es una gilipollez inventada por la progresía por la que cualquiera es demócrata, hasta los asesinos de Miguel Angel Blanco lo son para algunos) y una justicia verdaderamente libre que no esté sujeta a presiones políticas

En la etapa franquista era difícil luchar contra el terrorismo etarra, porque la libertad de la sociedad estaba limitada y la justicia atendía a motivaciones políticas más que a las que la ley marcaba.

La transición supuso un duro camino, pero el niño bueno engordó. Creció en una sociedad que quiso hacer borrón y cuenta nueva, que se olvidó de los dos bandos que le habían impedido crecer. Paralelamente el niño malo se debilitó.
Se superaron los altibajos que supusieron la guerra sucia de los GAL, con los que el ciudadano vio mermada su libertad, la justicia se encontró atenazada por el ejecutivo y la sociedad tuvo que mirar para otro lado

Los años de Aznar supusieron un aporte proteico y vitamínico extra. El niño bueno se colocó en una posición de superioridad que nunca había tenido con respecto al niño enclenque y casi famélico en que se convirtió el niño malo.

¿Qué sucede con el niño lustroso que dejó el malvado Aznar? ¿Por qué Rodríguez lo ha convertido en un zarrapastroso?
¿Qué pasa ahora? Es simple.
Quién tenía que seguir alimentando al niño bueno ha dejado de hacerlo y ahora ceba al MALO. Y los que, entonces, mal alimentaban al niño malo porque ya no tenían que ofrecerle.
Los independentistas, separatistas… se están poniendo las botas.

El gobierno (Moraleda) dice que ETA va por el buen camino y no ha cedido ni un ápice en las pretensiones en cuya defensa murieron 1000 españoles. El fiscal no actúa contra ellos y la oposición está adormecida por el virus zapateril.

¿Cómo lo han conseguido?

1 Recorte de libertades: Todo lo que no suene en la misma longitud de onda del gobierno es condenado, despreciado y tachado de antidemocrático, fascista, reaccionario… y hay que suprimir. Hasta se tacha de desleal a la oposición por no apoyar al gobierno. ¡¡¡Oigan, la oposición está para criticar al gobierno y controlarle!!! ¿Qué diferencia habría con una dictadura oligárquica si el control y la discrepancia no existieran?

2 Politización de la justicia que se resume en un nombre: ¡Cándido Conde Pumpido! El que tiene que perseguir a los que alimentan al niño malo, les pasa invitaciones para comer en el Ritz.


3 Amordazamiento de la opinión pública. Para lo que se valen de TODAS las televisiones de la uno a la sexta pasando por la tres. Unos, convirtiendo en verdad absoluta la media verdad, y otros por omisión anunciando que en invierno nieva y en verano hace calor, intercalado la noticia con algún crimen horrible o el descubrimiento en la Guayana de un cangrejo con tres ojos.

Sólo la sociedad puede dar de comer de nuevo al niño bueno a quien mantiene con vida, pero en estado agónico, algunas asociaciones de víctimas y dos locos más.

Cada vez queda menos margen de maniobra.

El peligro de la democracia es ella misma. Si los elegidos por los ciudadanos como sus representantes se comportan como reyezuelos dictadores amparados en la legitimidad de las urnas, el edificio tarde o temprano se desmorona porque los pilares de justicia y libertad se socavan por la erosión de la prepotencia que produce el poder mal entendido.