Todo normal, Teresa. todo normal
De la misma forma, hay cuestiones que, de puro objetivas, hacen que no sea posible una interpretación que las devalúe. Sirva como ejemplo el alto el fuego de ETA que no se cree ni el Tato.
Esto viene a colación porque, sin que sirva de precedente, Doña Teresa Fernández de la Vega, conocida en Maputo por su contoneo de caderas bailando el “bimbó”, ha declarado en la rueda de prensa posterior al consejo de ministros del viernes que la visita del presidente de Guinea, el dictador Obiang, se ha desarrollado con “absoluta normalidad”.
Esta afirmación, por lo subjetiva, depende del color del cristal con que se mire.
Desde mi punto de vista, ha sido una muestra fiel de la ausencia absoluta de profesionalidad del desgobierno zapateril que nos desgobierna. Ha sido la demostración palpable de la chapuza, la mentira y manipulación, que es lo “normal” en el gabinete de Rodríguez.
Por una vez, Dña. María Teresa, “el polígrafo determina que dice la verdad”.
Es lo normal para el gobierno de Rodríguez estrechar lazos con dictadores del mundo mundial. Empezó con Mohamé y ya no paró: Chavez, Fidel Castro, Evo, Ahmadineyad, líderes terroristas palestinos, Otegi …
De seguir así, me temo que estarán pensando en mandar al ministro de exteriores por los mundos siderales, con el fin de buscar nuevos reyezuelos de poca monta para su Alianza de civilizaciones, de ahí lo de exteriores pensará alguna ministra de cuota.
Me permito recomendar al ministro de exteriores, Moratinos, que empiece por Jabba, uno de los sanguinarios dictadorzuelos de la guerra de las galaxias, le recibiría bien aunque sólo sea por el asombroso parecido físico que guardan.
Desde el punto de vista de María Teresa todo ha sido normal. Será porque ella ve el mundo a través de cristales montados sobre gafas de diseñadores de postín que valen mi sueldo de un mes cada una. Quizá, la vicepresidenta debería comprarse gafas de oferta y las cosas las vería de otra forma.
Aquí les dejo el relato de los hechos de estos auténticos trapisondas y den su veredicto. Todo en un día.
La visita al Congreso de los Diputados y posterior firma en el libro de honor se canceló debido a las protestas de los grupos minoritarios.
Engañan a Rajoy y le piden que, por razones de estado, se entreviste con el dictador africano. A lo que, D Mariano, accede. ¿Por qué no demostró la misma firmeza que con el cocalero Evo? ¡Ay Mariano, que te la dan con queso!
A renglón seguido, acusan al líder del PP de reunirse con dictadores. Los peperos se defienden y argumentan que la reunión ha sido a petición del gobierno. Moraleda convoca a la prensa para decir que los del PP, como siempre, mienten.
Rajoy insiste en su excusa y cuando a Moratinos no le queda más remedio corrige la plana a Moraleda y confirma la petición que hizo exteriores al líder popular.
Moraleda queda en evidencia y con él, la política de insulto continuo a la oposición.
Rodríguez se reunió con él pero no quiso dar la acostumbrada rueda de prensa conjunta. Gallardón no quiso acopañarle al bosque de los ausentes donde hizo una ofrenda floral.
El rey fue obligado por el gobierno, que es quien marca la agenda en estos casos, a ofrecer una cena al dictador.
Y para finalizar, Obiang arremetió contra los partidos y los ciudadanos españoles por criticarle. En la embajada, ofreció 50.000 euros a sus seguidores. Este viernes, ya en su país, ha arremetido desde la prensa oficial contra los medios de comunicación españoles.
Sin embargo, en un alarde de sentido del humor, De la Vega ha asegurado que "el viaje se ha desarrollado con absoluta normalidad", y recordó que España tiene con este país africano "vínculos históricos y también intereses económicos". Sólo ellos son capaces de organizar un lío que haría palidecer a Groucho Marx.
Y es que el desgobierno, con su actitud poco galante, hizo bueno al dictador. Si invitas a alguien a tu casa, luego, no se le pueden hacer feos.
Acusaban a Aznar de apoyar la guerra de Irak por el petróleo y ellos invitan a un dictador para sacar tajada con el oro negro que se esconde en Guinea.
Todo normal, Teresa, todo normal.
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