Del Prestige a las cenizas: manipulación

Cuatro años después de su hundimiento, alrededor de 2.000 personas, convocadas por Nunca Mais, se manifestaron este domingo por las calles de Santiago de Compostela para reavivar la agitación política por la catástrofe del Prestige.


La plataforma que protagonizó el acoso al PP en 2003 ha recurrido al desastre de hace cuatro años para silenciar el actual.
La catástrofe de los incendios que devastaron Galicia este verano o la ruina que planea sobre los mariscadores afectados por la riada de cenizas no es suficientemente importante para estos manipuladores.

Nunca Mais no son los únicos a los que se les ve el plumero.
Las televisiones que jalean a Rodríguez, es decir todas, se han echo eco, como no podía ser de otra manera, de la protesta de esta plataforma anti PP que ya sólo consiguió reunir a su clá.
El sábado, un día antes, se produjeron en 35 ciudades españolas otras tantas concentraciones para exigirle al gobierno la verdad del 11M y honrar a los muertos y heridos de la masacre.
Más de 35.000 personas nos reunimos en estas manifestaciones pacíficas, aquí por contra la repercusión mediática fue nula.
Ni en televisión ni en prensa se menciona nada. Quizá en prensa regional y en páginas interiores.
Cuando un grupo de vecinos protestan por los ruidos que tienen que soportar por el botellón de los fines de semana o por las molestias causadas por una carretera cercana transitada por camiones es suficiente para que todas las televisiones, empezando por Antena 3, entrevisten a la señora Antonia de turno y esta dé su parecer sobre el ruido que tienen que padecer.

Pero a nadie le parecen suficientes las 35.000 personas pidiendo conocer quien mató a 192 compatriotas e hirió a casi dos millares. Todo se silencia si puede resultar poco conveniente para el gobierno zapateril.

En fin, siempre nos quedará internet y el boca a boca, de momento.
Les dejo esta comparativa entre los dos desastres recientes que ha sufrido Galicia. Me temo que no serán nada, comparado con la gestión que la izquierda y la extrema izquierda nazionalista, que ahora les gobierna, pueden deparar a la buena gente gallega.