El cercano Oeste

El estado de derecho, para que se entienda, es lo contrario a lo que representa Cándido. En el estado de derecho la ley es igual para todos, se siguen los mismos criterios a las 10 de la mañana que a las 10 de la noche, en Cádiz, en Madrid o en Peralejos de las Truchas (precioso pueblecito de Guadalajara).




Parece como si España fuese un poblado del lejano Oeste dentro de una novela de Marcial Lafuente Estefanía.
El matón, o grupo de matones, campan a sus anchas amedrentando a los habitantes del pueblo, atacando y apaleando, si llega el caso, a los comerciantes que no pagan el impuesto. Estos mafiosos están protegidos por los que tienen que hacer cumplir la ley, el sheriff y el orondo juez del condado. Todos ellos en la nómina del terrateniente de turno que copa los ranchos más productivos, conseguidos de aquella manera, los comercios más florecientes y el periódico de la ciudad.

Ahora trasladen la situación y personalicen a los protagonistas en nuestra España.
Los matones son, sin ningún género de dudas, los etarras que entran en el saloon pateando las puertas de vaivén y haciendo saltar de sus mesas a la gente honrada que allí se encuentra. Atemorizados, ceden el sitio a los asesinos que se sientan entre risotadas a jugar al póker, aquí sería al mus, con el ayudante del sheriff mientras éste les palmotea la espalda.

El miembro de la Mesa Nacional de Batasuna, Mikel Zubimendi, dijo este miércoles que la declaración de Arnaldo Otegi ante el juez Fernando Grande Marlaska se ha llevado a cabo gracias al trabajo de "chivato" de la Ertzaintza, que elaboró los informes sobre los incidentes de la huelga del pasado día 9 que fueron enviados al juez de la Audiencia Nacional. "Lo anotamos y no lo olvidaremos", advirtió. "ETA no fallará nunca a su pueblo".

Junto a los etarras, aunque en un plano inferior de aprendiz de asesinos liberticidas, están los matones independentistas catalanes. Amantes del pluralismo, del respeto y la tolerancia de ideología similar a los payasos que se encadenaron ante la COPE.

Ayer, un grupo independentista ha inundado la Universidad de Tarragona de carteles en los que aparecen las fotografías de Jon Juaristi y Arcadi Espada con el lema "¡Atención!, objetos españolistas identificados invaden la Universidad"; o simplemente "¡fuera!". Ambos darán sendas conferencias este viernes en esa Universidad.

El orondo y sonrosado, por lo sano, representante de la justicia del western sería Cándido. Él es la Ley con barbas. El protector. El servidor del estado de derecho. Jua, jua, jua. C-á-n-d-i-d-o m-a-l-o, que diría D. Federico.

Ayer, el Fiscal General del Estado, Cándido Conde Pumpido, que antes del "alto el fuego" de ETA sostenía que Otegi sí merecía la petición de prisión incondicional, dijo este miércoles que no lo decidiría hasta escucharle. Y, aunque el proetarra se negó a contestar, la Fiscalía ha cambiado de criterio solicitando prisión eludible con una fianza de 100.000 €. Otegi se limitó a justificar la huelga porque es propia de su "actividad política" y dijo al juez que "todo el mundo tiene que poner de su parte para lograr la paz".

Un asesino que se lleva por delante a su pareja. Es un malnacido del que la sociedad se protege enviándolo a la cárcel. ¿Es mejor que el que ampara, protege y justifica a un asesino que mata a sangre fría e indiscriminadamente con un coche bomba llevándose por delante niños inocentes?

¿Reaccionará Rajoy? ¿A qué espera para acusar de mentir a un mentiroso? Sólo un día antes Rodríguez dio su palabra que el estado de derecho no haría concesiones. Claro que la palabra de Rodríguez ya la conocemos. Dijo que no negociaría con ETA y lleva años comadreando con ellos y engañando a la sociedad española. Esa misma sociedad que ahora calla como putas (perdón por la expresión), puso el grito en el cielo porque no se encontraban las armas de destrucción masiva en Irak, aunque todos habíamos visto horrorizados las masacres que el “demócrata Sadam” había hecho con el pueblo kurdo utilizando gas mostaza.

Vaya MIERDA de estado de derecho. La libertad ha muerto. ¡Viva Marcial Lafuente Estefanía! Si viviese, recrearía la acción del lejano oeste en nuestro suelo patrio.
Si quieren, y tienen tiempo, identifiquen a los restantes personajes.