Árbitro "comprao", pito "regalao"
El presidente del Congreso, Manuel Marín, en un afán de protagonismo, le retiró el uso de la palabra al presidente del partido de la oposición en el momento en el que Rajoy se estaba mostrando más duro con la incapacidad del desgobierno zapateril. Con esta actitud, cercenó la soberanía de los españoles.
Parece ser que los tiempos de exposición se habían pactado previamente. Pero esto siempre ocurre en este tipo de debates, en los que vemos a la presidencia repetir machaconamente cada cinco minutos “su tiempo ha concluido”. Sin embargo, SIEMPRE se ha permitido terminar TODAS las exposiciones.
Parece mentira que los mentores del talante no tengan talante y cintura democrática para permitir que TODOS los representantes de la soberanía nacional se expresen sin cortapisas.
Después de los antecedentes de Marín con los representantes de la oposición (recuerden que hace unos días expulsó a Martínez Pujalte), no sorprende este comportamiento bananero. Pero lo que resulta imperdonable y delata el sectarismo del árbitro es que antes que Rajoy comenzara el turno de réplica, el presidente Manuel Marín le avise con muy malos humos del tiempo del que disponía.
El árbitro estaba comprado, lleva comprado mucho tiempo. Amonesta al futbolista antes de cometer la infracción y le advierte de que pitará penalti por una acción que se ha cometido mil veces en la otra área, pero es a partir de ese momento cuando la va a tomar en consideración.
La grada sabía lo que iba a pasar, el penalti y expulsión era previsible. Todos los que hemos seguido el debate por televisión (yo le quité el volumen y escuchaba la COPE) estábamos más pendientes de la bronca que con seguridad se iba a producir, que de las certeras palabras de Rajoy.
Para rematar la mala actuación de este arbitrucho, en el último turno al que tenía derecho Rajoy, Marín ha reculado. Haciendo una gracia, le ha anunciado a Rajoy que en este turno le iba a dar más tiempo que en el anterior.
Es decir, que por la misma jugada esta vez el juez de la contienda ni pitaría penalti, ni mucho menos castigaría la misma falta con la expulsión.
Manuel Marín no debería continuar en un puesto en el que se exige un mínimo de imparcialidad. Como los peores árbitros, debería ser relevado de una función para la que ha demostrado que no tiene condiciones. ¿O sí? ¿Es esa la verdadera función de este presidente del Congreso?
De niño, cuando el árbitro era descaradamente parcial, cantábamos o nos cantaban aquello de “árbitro comprao, pito regalao” ¿Lo recordará el Sr. Marín?
Por lo demás, asistimos al debate que no fue. La pantomima consistió en un Rajoy centrado que repasó las actuaciones del desgobierno.
Flojo en la cuestión terrorista, sin mención del 11 M-entira. No escuchó ni una sola respuesta de zETApe a las múltiples preguntas que formuló. Por contra, aguantó estoicamente el repaso que Rodríguez hizo de la política del PP en sus años de mandato. Lo de siempre. Rodríguez no sabe, no contesta.